viernes, 3 de agosto de 2007

Prólogo: MARGARITA RODRÍGUEZ

Creo firmemente que todos deseamos la paz, aunque más bien nos empeñamos muchas veces en todo lo contrario. Yo no soy tan optimista como tú y considero que el ser humano es bastante contradictorio por lo general.

Incluso aceptando un planteamiento universalista y pacifista sería bastante difícil estar siempre en armonía, pues somos seres cambiantes y cuando nos sentimos amenazados o débiles, reaccionamos de forma malhumorada y agresiva.

El autocontrol es una cualidad que requiere una profunda educación. No podemos ser inertes a lo que ocurre en nuestro exterior. Las injusticias que nos afectan directamente nos pervierten y pocas veces decidimos rebelarnos.

Aquí estoy totalmente de acuerdo contigo. Aceptamos con demasiada naturalidad el status quo imperante, una globalización neoliberal generada de crecientes desequilibrios económicos y sociales.

Me parecería interesante que concretaras más en la época histórica que vivimos y en estos procesos socio económicos que nos engullen. Te recomiendo leas: Transformación intercultural de la filosofía, de Raul Fornet-Betancourt; Hacia una filosofía política crítica, de Enrique Dussel y Crítica de la razón utópica, de Franz Hinkelammert.

Los movimientos sociales que mencionas son muy diferentes y algunos poco comunes entre sí.

Igualmente creo interesante que podrías profundizar en el concepto de ciudadano del mundo y en la toma de conciencia de interdependencia humana planetaria en cuanto al peligro de ruptura total con la naturaleza, en el intento de dominio absoluto de la misma. Algunos autores rechazan la idea de progreso y de desarrollo, incluso sostenible, porque consideran que éste siempre va ligado a un propósito economicista.

Obviamente tu libro radica en la centralidad de la voluntad y de la paz. Esta parte es la más idealista y al final parece basarse, sobre todo, en un esencialismo que pretende deshacerse de toda influencia exterior con tal de eliminar el sufrimiento. Esta parte última, ¿podrías explicarla? ¿Existen otras vías?

A veces el sufrimiento nos lleva a la solidaridad entre los seres humanos y se transforma en amor. Compartir el dolor de otros y llevar esperanza no creo que sea inhumano. Todos deseamos ser felices, pero aún estando en paz con nosotros y los demás nos debe afectar nuestro entorno.

Hemos perdido nuestra confianza en las utopías. Podemos imaginar otros mundos y luchar por alcanzarlos, pero no olvides que existen distintas cosmovisiones y culturas y, por tanto, formas de integración en sociedad y territorios que constituyen nuestro legado humano e identidad/es.

El Estado y la democracia actual dejan mucho que desear pues no avanzan a favor de la soberanía de los pueblos. Supongo que conocerás las propuestas brasileñas en cuanto a democracia participativa. Representan una alternativa.

Hemos de aprender de la historia y vivir plenamente y conscientemente nuestro presente para aspirar a un mejor futuro. El ser humano va siempre ligado a esta proyección. El problema es cuando se ve atrapado demasiado con el pasado o en el futuro y se olvida de la responsabilidad del presente.

Los medios de comunicación de masas “mediatizan” nuestra percepción de la realidad. Pero no creo haya que obviarlos, sino saber criticarlos y exigirles otros enfoques. Una postura crítica es lo que pienso que es necesario adquirir.


MARGARITA RODRÍGUEZ

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